El primer enfoque de esta investigación, llevada a cabo en el Laboratorio de Andrología y la sección Biología Celular del Departamento de Patología, se dirigía hacia el factor masculino, es decir, todas las alteraciones que pueden ser dependientes de defectos congénitos, ambientales, genéticos y de cualquier naturaleza, que impacten en la producción y calidad del espermatozoide.
La Doctora en Medicina y Andróloga, María Guadalupe Gallegos Ávila, líder en el área, narra cómo en un inicio analizaban biopsias de hombres infértiles, proponiendo algunos esquemas de clasificación de patologías que podrían estar detrás de la infertilidad.
En una primera etapa, esta idea surge por la Especialidad en Morfología de la doctora Gallegos y el soporte de la implementación tecnológica de la Facultad de Medicina. “Desde los años 80 contábamos con microscopio electrónico y laboratorio de procesamiento. Trabajamos en Microscopía electrónica de líquido seminal de hombres infértiles”.
Los resultados de este proyecto se presentaron en la Universidad Autónoma de Madrid como tesis de Doctorado en Medicina de Gallegos Ávila, siendo merecedora de la distinción Suma Cum Laude.
“La conclusión fue que el 90% o más de los casos de infertilidad conyugal de causa no conocida implican el factor infeccioso de la infertilidad, que hasta hace poco tiempo era ignorado o subestimado.
En el 70% de los casos de las parejas infértiles, no se llega a la conclusión de cuál es la causa, ahí encontramos el factor infeccioso”.
“Señalamos también qué agentes microbiológicos causan la infertilidad en ese grupo de parejas, básicamente son dos prototipos bacterianos, la Chlamydia trachomatis (de los serotipos D a la K causantes también conjuntivitis, faringitis y rinosinusitis) y el Ureaplasma urealyticum. Ambos afectan tanto al hombre como a la mujer”.
Mencionó también la Dra. Gallegos que estos problemas son generalmente ignorados, porque la infección por dichos gérmenes no causa un cuadro clínico característico y pasa desapercibida. “Aún así hemos concluido que los síntomas más comunes son el dolor testicular y en la mujer el flujo vaginal o leucorrea asociada a endometritis crónica”.
Sumadas a las implicaciones físicas u orgánicas de la infertilidad en la pareja, la Dra. Gallegos está consciente de los aspectos socioculturales que la acrecientan.
“Por ejemplo, el hecho de que sea la mujer la que va a atenderse es parte de la cultura. Además exámenes rutinarios como el Papanicolaou presta poca atención a la presencia de infección ya que está enfocado mayormente para detectar el cáncer cérvico uterino”.
“La tecnología usada, la variedad de los síntomas y hasta la ignorancia médica que no se puede soslayar, han hecho que el problema sea ahora mas grave. Siempre pensé que lo que estábamos viendo en la infertilidad conyugal no era más que la punta del iceberg del gran problema que representan las infecciones por gérmenes atípicos. Y así es”, argumentó la doctora Guadalupe Gallegos.
Posteriormente y gracias a los primeros resultados, la investigación se fue dirigiendo a la correlación clínico patológica, que derivó en el desarrollo de la clínica andrológica dedicada a los problemas de sexualidad, fertilidad y del aparato genital del hombre y en la implementación de un laboratorio especializado en espermatología y seminología.
Las últimas aportaciones científicas, consecuencia del trabajo del grupo de la Dra. Gallegos señalan que coincidentemente con la afectación de la movilidad, morfología, vida y sobrevida del espermatozoide, existe daño cromosómico y genético en los espermatozoides, provocado por las bacterias.
La infección genital interna toma una gran importancia porque puede determinar no sólo tardanza para procrear sino la afección a la calidad o salud embrionaria y porque el daño se puede revertir y no es heredable.
Gallegos Ávila describió: “Los espermatozoides se dañan en algún sitio del aparato genital masculino. Puede ser el epidídimo, un saco situado sobre el testículo, en la ampolla del conducto deferente o en las vesículas seminales, que albergan a los espermas antes de que sean conducidos al exterior con el líquido seminal”.
“En la mujer los órganos afectados por las bacterias son: el cuello del útero, el endometrio (capa mas interna del útero), los oviductos o trompas uterinas, los ovarios y la cavidad pélvica. En general forman un ambiente inhóspito para el espermatozoide, el óvulo y el embrión, así que la falta de procreación por infección está mediada por una multiplicidad de factores a su vez que ha resultado difícil comprender”.
De ahí que las parejas infértiles son tratadas empíricamente para resolver la falta de procreación mediante la inseminación artificial. “Sin tratar la infección intrauterina y espermática como causa final del problema sólo el 30% o 40% funcionan.
‘Los espermas bañados, perfumados y seleccionados de los mejores representantes del gremio’ llegan de todas maneras a un ambiente contaminado. El embrión lo mismo, incluso si se ha formado partir de fertilización in vitro; que además de ser muy costosa ofrece regularmente solo el 30% de éxito”.
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