DEBATEN SOBRE LA SALUD DE LAS MUJERES
El segundo día de sesiones del VII Taller Internacional Mujeres del siglo XXI, en la comisión Género y Salud, se abrió con el novedoso estudio de la especialista en nutrición María Elena Díaz, quien se refirió a la propensión de las bailarinas y también de los bailarines hombres, a presentar alteraciones de la conducta alimentaria.
Reconoce que son un grupo de riesgo en cuanto a que las exigencias estéticas y artísticas son muy fuertes en los bailarines de ballet, y que tanto maitres como los propios bailarines, desde que son estudiantes, este es uno de los más aguzados objetivos, tanto como alcanzar una técnica depurada.
Esto significa años de sacrificio, y muchas veces de mala alimentación, por ausencia de consumo de grasas, carbohidratos, proteínas, y otros nutrientes básicos en la dieta de cualquier ser humano.
Las bailarinas, particularmente, tienen tendencia a la anorexia o a la bulimia. La especialista pudo detectar algunos casos con estos trastornos. Tras haber realizado estudios antropométricos, de peso, talla, historia reproductiva, índice de masa corporal, y otras necesarias mediciones, la investigadora detectó que un 35 por ciento de las bailarinas tenía muy poca masa corporal, y entre los bailarines varones, se halló un 22 por ciento. “Esto resulta contraproducente para la salud”, reconoce Díaz.
Entre otros factores negativos que provoca la poca masa corporal, se genera una incidencia negativa en la salud reproductiva. El 67 por ciento de las muchachas, tuvo la menarquia o primera menstruación a los 14 años, por encima de la media de la población cubana que es de 13 años. Y después, pasaban hasta 90 días son tener la menstruación, el 35 por ciento de ellas.
La experta en nutrición pudo comprobar que las y los bailarines tenían déficit de complejo B, de minerales y de hierro, y esto es para el sexo femenino fundamental.
El 73 por ciento de las muchachas han hecho dieta de adelgazamiento y pasan su vida haciendo dieta de mantenimiento, pero de forma inadecuada.
Este estudio vislumbró la importancia de que en el Ballet Nacional de Cuba trabajara un nutricionista con la compañía, para chequear, vigilar y alertar sobre los casos que de manera individual y por cuenta propia, realizan excesos como fórmula de mantener la delgadez, sin interiorizar o no tener conciencia de que atentan contra su salud y su calidad de vida.
INFERTILIDAD
“No importa que sea el hombre quien presente problemas de infertilidad, la historia clínica se abre con el nombre de la mujer, y es a ella a quien generalmente el médico se dirige para explicarle qué tipo de tratamiento se va a efectuar”, dijo la master Zoe Díaz Bernal, a propósito del debate que se abrió sobre su investigación “La perspectiva de género expresada en la relación médico-paciente en el caso de la infertilidad.”
En su ponencia, la profesora recuerda que en el caso concreto de la infertilidad, existe una concepción perpetuada y culturalmente arraigada, en cuanto al responsable rol femenino en la reproducción biológica y social de la especie, y también al binomio mujer- madre, que persiste en el imaginario social, y esto se refleja en las consultas de infertilidad.
Explicó la joven antropóloga que en muchas sociedades como la nuestra, de tradición machista, sigue prevaleciendo el criterio de que la infertilidad obedece a causas de origen femenino, como si la concepción de un embarazo fuera responsabilidad exclusiva de las condiciones biológicas de las mujeres.
Argumenta sobre este punto la coautora de este estudio, Dailys García Jordá, que incluso, cuando el diagnostico apunta hacia causas de origen masculino, lo primero es que el varón no cree ese diagnostico, lo pone en dudas, y luego, no lo acepta de manera natural muchas veces, sino se siente descalificado y virilmente cuestionado. Ante tal reacción, la mujer empieza a ofrecerle decenas de argumentos que pretenden justificar el problema, sobre todo a modo de consuelo.
“Parte del matiz que aporta el género a la atención de la infertilidad radica en la responsabilidad asignada en cuanto al seguimiento de dicha atención para y por las mujeres. Aun cuando en los propios protocolos de atención se refiere la necesidad de concurrencia al servicio de los dos miembros de la pareja, y no de uno solo, la mujer, es ella quien recibe las órdenes e instrucciones médicas y quien posee historia clínica para el control por parte de la institución de salud”, puntualiza García Jordá, master en antropología.
CONTEO DE RECESIÓN
Sobre las mujeres gravitan presiones sociales y familiares que no inciden de la misma manera sobre los hombres, para quienes siempre hay tiempo de ser padres. El cese de la capacidad reproductiva femenina impone sin dudas un derrotero para nosotras.
“Hay que tener en cuenta que la sinonimia entre mujer infértil y mujer “vacía”, parte de la condición de madre que se espera de toda mujer, papel asignado y asumido para y por la hembra humana a quien le corresponde reproducir la especie, lo que socialmente y desde la pareja es además garante de estabilidad familiar y vital para la no disolución del vínculo”, comenta Díaz Bernal.
ANSIEDAD QUE SE CREA
Cuando una pareja decide tener su primer hijo y este no llega en el primer año de intento, comienza un nivel de preocupación, el cual aún es tolerable, pero al finalizar el segundo año, sube ese nivel y comienza a convertirse en ansiedad y ya en angustia, zozobra y desvelo para el tercer y cuarto años de intentarlo y no lograrlo.
El hombre empieza a mirar de soslayo a la mujer, a cuestionarla silenciosamente, a veces, o puede que con palabras al parecer no hirientes, pero con la suficiente carga de culpa hacia ella.
Tales situaciones comunes que se van agolpando y formando un rollo en las parejas que desean un hijo y este no aparece, refuerza en las mujeres un sentimiento de acción y movilización. Llegan a estar dispuestas a las más difíciles y dolorosas pruebas, si fueran necesarias para resolver su estado de infertilidad.
“Es ella quien siente mayor responsabilidad en la búsqueda de la atención y seguimiento de la infertilidad, así como que la imposibilidad de no preñez se visualice como un evento femenino, aún cuando el infértil sea el hombre”, concluyen las jóvenes antropólogas quienes propiciaron un largo y enjundioso debate sobre el tema.
http://www.mujeres.cubaweb.cu/articulo.asp?a=2009&num=438&art=12