Donadores de esperma: el oro de la paternidad

Durante 14 años, Kirk Maxey fue uno de los donantes de esperma más utilizado por una clínica de Michigan, su ciudad natal. Su semen resultó ser uno de los mejores con los que contaba el recinto y se estima que es el padre biológico de 400 niños. Apoyado por su primer esposa, este hombre de 55 años y CEO de la compañía Caymen Chemical, visitó dos veces por semana la clínica y recibió 20 dólares por cada muestra que dejaba.

Sin embargo, Maxey ha afirmado que cuando empezó como donador no se contaba con toda la información sobre las características necesarias para que los hombres fueran candidatos idóneos de los bancos de espermas, además de que el personal de la clínica le aseguró que éstas serían utilizadas en investigaciones para lograr avances en la técnica de fecundación in vitro.

Preocupado por el manejo que se dio a su material genético, este hombre se ha convertido en uno los principales promotores que impulsan una nueva regulación sanitaria y legal en los bancos de esperma. Desde el 2006 se convirtió en uno de los diez primeros voluntarios del Proyecto del Genoma Personal de la Universidad de Harvard, el cual hace pública la información de su ADN y su historial médico.

En México la situación de los donadores de esperma tiene un gran vacío legal, lo que permite que esta actividad sea controlada en su totalidad por los hospitales privados y manejando el servicio a su conveniencia. Fue durante la década de los 70, que el desarrollo de las técnicas de fertilización para parejas con problemas de infertilidad, empezaron a implementar pruebas con muestras de donadores.

Datos actuales revelan que en México, cada año de las dos mil parejas que buscan ser padres a través de la fertilización in vitro o la inseminación artificial, el 33 por ciento recurren a la donación de esperma. El principal problema para la falta de concepción se da por problemas en el varón.

Contrario a lo que se cree, no todos los hombres pueden ser donadores de esperma. Antes de que su semen esté dentro del catálogo debe de cumplir con varias pruebas que aseguren que el material genético donado, no permitirá el desarrollo de enfermedades como el asma, diabetes, hipertensión arterial o epilepsia.

Los donadores deben tener entre 18 y 35 años, probar que no son portadores o estar infectados con hepatitis B, VIH, chlamydia, gonorrea, sífilis o herpes. Una vez que el semen pasa estas pruebas, el donador será sometido a otro examen físico con el fin de conocer sus características fenotípicas (peso, tipo de sangre, color de piel y ojos, talla); también tiene que informar sobre su historial médico y declara si en su familia existen antecedentes o enfermos psiquiátricos, así como problemas de consumo de alcohol, tabaco o drogas.

Las muestras de semen son congeladas a -196° grados, pueden ser almacenados varios años, aunque algunos especialistas opinan que el tiempo máximo es de cinco años

Otra de las características más importantes es la medición de la movilidad y la cantidad de espermatozoides que un donador deja en cada muestra. La Organización Mundial de la Salud (OMS), marca como rango aceptable de 20 a 250 millones por mililitro y con una trayectoria rectilínea para que las condiciones de fecundación sean exitosas.

Frente a la demanda de parejas que buscan donadores, la falta de legislación y órganos reguladores que vigilen la actuación de clínicas especializadas en problemas de infertilidad, el Internet es ya una opción en el mercado ilegal de los donadores.

En España se han descubierto foros en los que jóvenes se promueven como la “pareja ficticia” del matrimonio o de mujeres que han optado por ser madres. Se estima que los donadores llegan a un acuerdo en el que renuncia a sus derechos como padres biológicos, acompañan a la pareja durante el proceso de fertilización y embarazo cobrando tres mil euros.

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